Y cuando pensé que lo había visto todo en esta vida, llegue a Amsterdam!, con sus pequeñas calles de casas verticales antiguas, con su acoso de bicicletas a los visitantes, con aliento a marihuana por las esquinas y con tulipanes dando la bienvenida.
Así es Amsterdam para mi, tan bella por fuera y tan loca por dentro. De inmediato me sentí cómoda como si ya la conociera de antes, como si ya hubiera pisado ese lugar así fue mi impresión.
Llegue a la Estación Central, llena de gente, llena de tanto hambriento por diversión, como si hubieran estado en la cárcel por años y llegar a esta ciudad es la libertad plena..!
Demoramos al salir de la estación, camino en busca del hotel y desde ya te chocas con la multitud de bicicletas que no te sientes humano sino un objeto más y las importantes fueran ellas. Seguimos caminando con maletín en mano hasta el centro de la ciudad donde quedaba nuestro hotel The Hoxton, un hotel muy recomendado con su diseño retro y a la vez moderno, de costo medio, pero la ubicación perfecta para partir a todos los lugares principales.
Decidimos recorrerla a pie, sin bus, sin tranvía, con aplicación en mano (aprovechamos la tecnología; te recomiendo usar CityMaps2Go) con las ubicaciones precisas y exactas para no perder tiempo y así fue. Empezamos por la Casa Museo de Ana Frank. Normalmente esperas 45 minutos para entrar por la cantidad de gente que la visita. Una casa angosta por dentro pero con varios niveles que forman un laberinto, interesante y también llena de historia, imposible de no visitarla si estás en Amsterdam. El costo es de 9.50€ entrada general.
Por el día tienes muchos restaurantes internacionales, pero debo decir que lo bonito a simple vista no siempre es el mejor. Te recomiendo aquí un restaurante que se llama Moeders. La particularidad de ese restaurante es que sus paredes están cubiertas con fotos de mujeres («moeders» en holandés). Por la noche lo que muchos hacen es sentarse al pie del canal que rodea la ciudad y tomarse unas copas de vino o champán, ya sea con amigos con tu pareja es muy encantador. Pero también otros se van a recorrer el barrio rojo, muy famoso en Amsterdam. Otra visita que no te puedes perder si estás allí.
Al día siguiente visitamos el Museo Rijksmuseum para los verdaderos amantes de la pintura. Este museo posee la más famosa colección de pinturas del Siglo de Oro holandés así como una rica colección de arte asiático y egipcio. La entrada general cuesta 17€.
Luego seguimos la búsqueda de la oreja perdida, mi esperada y un sueño por cumplir el Museo de Vincent Van Gogh. Arquitectónicamente el museo es interesante, con 4 niveles de sus obras y algunas otras como invitados. Quede fascinada al ver sus obras y recordar las clases de arte del colegio donde nos enseñaron su obra, su alocada y esquizofrénica vida, lo ame!. La entrada general cuesta 17€.
El museo de Van Gogh se ubica a unos metros de la plaza donde puedes encontrar las famosas letras de la ciudad (al frente del Rijksmuseum) y un gran parque para descansar y disfrutar del día.
Amsterdam tiene mucho, tiene arte, tiene moda, tiene diversión, pero también tiene mucho pero mucho QUESO! Creo que es uno de los lugares donde he visto más queso en mi vida, de todos los sabores y de todos los colores, tiendas muy bien diseñadas y el dios es el QUESO! Y así fue que terminamos la visita fugaz!.
Después de visitarla, quedé gratamente complacida y con la promesa de volver, quizás ya no visitarla tan de prisa, tomar un café, conocer gente del lugar, quizás ver el intento de vivir algún tiempo. Es una ciudad caótica pero a la vez tan coqueta (esa es la palabra) que cualquier parte de esta, es tan fácil y tan magnífico de fotografiar.
Espero que les haya gustado el post☺️.